"Memorias del arte latinoamericano"
Frida Kahlo, según su marido, Diego Rivera, es “la pintora más pintor y la prueba mejor de la realidad del renacimiento del arte de México”. Así lo escribió en un largo artículo de 1943. En el Manifiesto Madí de 1947, firmado por Gyula Kosice, Rhod Rothfuss y Arden Quin, quedan claras las directrices para los artistas que lo asuman: “El dibujo madí es una disposición de puntos y líneas sobre una superficie. La pintura madí, color y bidimensionalidad. Marco recortado e irregular, superficie plana o superficie curva o cóncava. Planos articulados con movimiento lineal, rotativo y de traslación”. Son dos ejemplos, elegidos al azar, entre los más de 10.000 documentos del Archivo Digital de Arte Latinoamericano y Latino (en Estados Unidos) del siglo XX puestos esta semana a disposición del público por el Museo de Bellas Artes de Houston (MFAH) y el Centro Internacional para las Artes del Continente (ICAA) en http://icaadocs.mfah.org.
Una labor que ha llevado más de 10 años y 50 millones de dólares (38,5 millones de euros), realizada por un equipo de un centenar de investigadores de 16 ciudades: de Buenos Aires a São Paulo; de Bogotá, Lima, Nueva York a Los Ángeles. La importancia de esta iniciativa estriba en que ha reunido y preservado documentos de una historia que todavía tiene muchos capítulos por fijar. “Se podría argumentar que la historia del arte latinoamericano del siglo XX está aún por escribirse”, afirma Mari Carmen Ramírez, directora del proyecto. “Al proveer acceso a fuentes esenciales provenientes de diversos países y contextos, el Proyecto de Documentos del ICAA pretende establecer las bases para una futura historia comparativa del arte moderno y contemporáneo de los países latinoamericanos”.
El arte latinoamericano vivió con pasión en el siglo XX todos los signos del modernismo. La abstracción o el surrealismo, el geometrismo y diferentes movimientos de acción política o estética, tuvieron su reflejo. ¿Reflejo? Así lo pensaban los propios protagonistas, de alguna manera disminuidos ante el poco aprecio internacional de sus manifestaciones. Se triunfaba en Europa y en Estados Unidos. El éxito local era un premio de consuelo. La proverbial incomunicación entre los propios países latinoamericanos hizo que la mayoría de los documentos surgidos de estas manifestaciones y artistas quedara dispersa. “Estamos ante un testimonio del alto nivel que alcanzó la producción intelectual”, explica la puertorriqueña Mari Carmen Ramírez. “Demuestra que en América Latina no solo se produjo arte, sino pensamiento teórico sobre el cual se fundamenta la producción artística. Se encontrarán muchos casos en que los latinoamericanos se anticiparon tanto en la teoría como en la práctica a desarrollos artísticos importantes en EE UU o Europa”.
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